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jueves, 19 de mayo de 2011

Criterios para la delimitación de las especies

Fig. 1 Zea mais var. Indurata
En la práctica una especie se distingue de otra por diferencias cualitativas o cuantitativas en color, forma, tamaño y otros caracteres de sus órganos: hojas, flores, frutos, otros. Como estas características pueden ser afectadas por el ambiente, hay que determinar si las diferencias morfológicas son transitorias o hereditarias. Para esto último es fundamental conocer el sistema reproductivo de la especie. Como se mencionó antes, las poblaciones de propagación vegetativa tienen un fenotipo constante, si se exceptúa las mutaciones de yema. Ello hace que las diferencias específicas no sean difíciles de establecer en especies como yuca, agaves, ñames, pero debe recordarse que potencialmente todas ellas son capaces de reproducción sexual.


Fig. 2 Pisum sativum L.
La diferenciación fenotípica en base a caracteres, que se aplica en la práctica en la mayoría de las especies, es un criterio que a futuro puede conducir a determinaciones dudosas. Un concepto más generalizado actualmente es considerar como pertenecientes a la misma especie a los individuos o poblaciones que no presentan barreras de esterilidad, es decir que produzcan cruzas fértiles. Es un enfoque experimental que puede aplicarse fácilmente en cultivos anuales, pero que tiene serias limitaciones prácticas, especialmente en cultivos perennes. Requiere además, conocer si existe incompatibilidad entre poblaciones muy afines, y reconocer que en ciertos grupos, como los cítricos, cruzas fértiles se pueden obtener entre especies muy diferentes.


Fig. 3 Triticum vulgare L.
Otros métodos auxiliares son el estudio del número y estructura de los cromosomas, la aplicación de electroforesis, que permite comparar la composición química entre plantas individuales o poblaciones para determinar su afinidad genética, o análisis estadísticos que determinan la relación entre poblaciones y especies.