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jueves, 15 de mayo de 2014

Rendimiento

El rendimiento expresado como la porción utilizable de un cultivo: semilla, forraje, látex, azúcar, etc., es el resultado de interacciones muy complejas entre factores:
  1. hereditarios y 
  2. ambientales. 
       Los factores que determinan el rendimiento pueden manifestarse en:
  1.  características morfológicas, pero también en otras menos evidentes como la
  2. resistencia a enfermedades y plagas o la 
  3. adaptación a factores ambientales como el fotoperíodo.
      Las características morfológicas más importantes son: 
  1. mayor tamaño de las partes útiles: raíces, follaje, semillas; 
  2. mayor número de esas partes útiles por planta, asociado o no al incremento en tamaño, y 
  3. aumento proporcional de la parte utilizable.
   Estos y otros factores actúan en conjunto o separadamente y uno puede ser limitativo de los otros

      En los cultivares avanzados de tomate, los frutos son de mucho mayor tamaño que en los primitivos y la porción comestible ocupa proporcionalmente mayor espacio. 

      El número de frutos por planta, sin embargo, es menor, lo que no influye en el rendimiento, ya que éste está determinado por el mayor volumen del fruto.

      Dentro de una especie el mayor tamaño de la parte útil, no implica necesariamente mayor rendimiento; en el café arábico, el cultivar "Maragogipe" tiene semillas más grandes que los cultivares corrientes, pero su rendimiento es mucho más bajo debido al menor número de frutos por planta.


  En numerosas especies se nota que los cultivares poliploides rinden más que los diploides; en el pasto Timothy los tetraploides dan más forraje que los diploides. 

    Esta diferencia es frecuente, también entre especies del mismo género: el café arábico, tetraploide da más cosecha que las especies diploides. 

    El incremento en el número y tamaño de frutos, semillas y otras partes útiles entre las variedades avanzadas y primitivas de un cultivo, no siempre corresponde a diferencias en el peso y desarrollo de la parte vegetativa

     En los chiles o ajíes, Capsicum, los frutos de cultivares avanzados pesan hasta 50 veces más que los primitivos; sin embargo no hay diferencias comparables en el desarrollo y peso del follaje.

    También se ha comprobado en varias especies que no hay diferencias en la tasa de asimilación neta o en el coeficiente de crecimiento entre poblaciones silvestres y cultivadas de la misma especie.

Uniformidad

En las especies cultivadas los cultivares avanzados se caracterizan por uniformidad de:
  1. germinación, 
  2. crecimiento y 
  3. maduración. 

En sus contrapartes primitivos o silvestres, en cambio, hay: 
  1. una larga latencia
  2. germinación irregular de las semillas
  3. período prolongado de maduración, 
que son factores favorables para asegurar su existencia en condiciones naturales

La uniformidad en el crecimiento y maduración son características de los cultivares avanzados por el mejoramiento genético, que facilitan su manejo y cosecha. 

En los trópicos sin embargo, muchos cultivos aún mantienen sus características primitivas por la falta de selección o mejoramiento.

Riqueza varietal

La característica más notable de las plantas cultivadas es su riqueza varietal Se conoce unos  cinco mil cultivares (del Inglés: cultivated variety = variedad cultivada) de arroz, 200 de yuca, y alrededor de 300 de café arábico; es difícil encontrar en especies silvestres una diversidad comparable.


Esta diversidad que aumenta cada día, da a las especies cultivadas una plasticidad que permite extender su cultivo a nuevas áreas. La riqueza varietal es el resultado de la selección por el hombre de plantas individuales sobresalientes por tamaño, color, sabor y otros caracteres atrayentes, de multiplicarlas en miles o millones de individuos, de conservar las variantes nuevas que en ellas aparecen, de extender su cultivo a ambientes diferentes y de buscarles usos nuevos o distintos.

La diversidad varietal, característica de las plantas cultivadas, muestra en algunos cultivos una riqueza en formas que no tienen comparación con las especies silvestres correspondientes, que son mucho más homogéneas. 

Es posible en las ornamentales, que han estado bajo un proceso intenso de selección en el último siglo, donde las variantes en tamaño, forma y color son más numerosas y contrastan más con las formas originales, de muy poca diversidad en esos caracteres.


En las hortalizas la col, Brassica oleracea, es un ejemplo notable. 

En esta especie las plantas primitivas son plantas de hojas planas y espaciadas e inflorescencias terminales poco ramificadas. 

Por fijación de mutaciones o híbridos se seleccionaron, por una parte, plantas con hojas semiarrolladas como las berzas; en otros cultivares la selección se dirigió a obtener masas compactas de hojas, solitarias y terminales en el repollo, axilares, numerosas y de menor tamaño en la col de Bruselas

En los repollos hay, además una diversidad amplia en color y textura de las hojas.


Otra tendencia por la cual se han seleccionado cultivares en la forma y color de las inflorescencias: sueltas y verdes en el brócoli, compactas y blancas en la coliflor.


Una tercera línea de selección por la forma del tallo, que es delgado, cilíndrico e incomible en las formas primitivas, ha llevado a obtener cultivares de tallos gruesos y suculentos como el nabo col y otros tipos afines. 

Hay otras variantes, como los bretones, caracterizados por hojas grandes y recortadas. Se conoce además, por datos históricos, tipos de coles que han desaparecido del cultivo.