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Origen de la Agricultura


INTRODUCCIÓN

Alegoría
La agricultura, en términos de uso del suelo, empleo y producción de alimentos es, sin duda, la más importante de las actividades económicas humanas. Al igual que la pesca y la explotación forestal, difiere de las otras industrias en que se trata de un proceso biológico: los productos primarios son orgánicos y el recurso básico es el ambiente físico del terreno, el agua y el aire.
Las plantas cultivadas se pueden considerar como elementos esenciales a la civilización; son en cierto modo, obra del hombre y han contribuido a su progreso. Algunas formas cultivadas, dependen tanto del cuidado del hombre que, sin su presencia se perderían irremediablemente.
La mayoría de los especialistas acepta que la agricultura se inició en forma independiente en diversos lugares y épocas, aun cuando quedan todavía difusionistas que creen que se inició en un solo lugar y que de allí se expandió por el resto del mundo.
Las formas cultivadas actuales, son el producto de un proceso de evolución natural, por un lado y por otro de la selección y domesticación de los ejemplares promisorios que se destacan por ciertas características deseables, que se han logrado multiplicar y conservar. Sin embargo, todavía se continúa domesticando plantas.
El presente trabajo comprende una breve descripción del proceso de domesticación de las plantas cultivadas, con énfasis en el origen de la agricultura tropical, en las tres regiones descritas: Asia, África y América; la distribución geográfica del germoplasma, el intercambio y la difusión de los conocimientos sobre su manejo. Por último, se hace una descripción de la expansión de los cultivos industriales, que sirven de soporte en la economía de muchos países.

DE LA RECOLECCIÓN DE PRODUCTOS DEL BOSQUE A LA DOMESTICACIÓN DE PLANTAS

Domesticación = apropiación de los recursos disponibles
El profesor J. G.  Hawkes (1983), citado por Castillo (1991), plantea las siguientes interrogantes al respecto del origen de la agricultura y la evolución de las plantas: ¿Cómo comenzó la agricultura? ¿Fue acaso un invento? ¿Tal vez apareció repentinamente? ¿Comenzaron nuestros antepasados a hacer “experimentos” para ver si las pueden cultivar? ¿Se inspiró alguien y decidió que más fácil y descansado sería sembrar trigo, cebada, quinua alrededor de su casa de vivienda, en vez de continuar recolectando alimentos año tras año para mantener a su familia con vida? No hay respuestas concretas a estas inquietudes; es posible que hace 10 o 15 mil años, nuestros antepasados ya las ponían en práctica.
Todas las conclusiones que pueden hacerse sobre el origen de la agricultura, pueden ser suposiciones y en ciertos casos estar basadas en reportes arqueológicos y estudios sobre el origen y relación entre plantas silvestres, malezas y cultivadas.
Al final del Pleistoceno
Una evidencia para los investigadores, constituye el cambio en el clima al final de la  glaciación, en el Pleistoceno, cuando el hielo comenzó a retirarse en áreas cerca de la línea ecuatorial y hubo un período de condiciones favorables para que las plantas comiencen a crecer y distribuirse; concomitantemente, el hombre  desarrolló mejores habilidades en la caza, la pesca y el uso de plantas, hecho cultural conocido como “Revolución Neolítica”  de la humanidad.
Se han reconocido dos tipos de pre-agricultura: la de los cazadores especializados, con una explotación intensiva de muy pocas especies de plantas silvestres y la de los recolectores-cazadores-pescadores, que explotaban una gama más amplia de alimentos, a quienes Harris (1969) les atribuye la domesticación de las plantas, debido a su sistema estable de vida y su familiaridad con las plantas de su entorno.

BASES ECOLÓGICAS SOBRE EL ORIGEN DE LA AGRICULTURA

Teosinte o maíz primitivo
Según Hawkes (1983),  las formas ancestrales de los cultivos –los tipos silvestres– son especies colonizadoras, ecológicamente llamadas malezas. Hay evidencias de que los tipos silvestres intercambian  genes de tiempo en tiempo con los tipos cultivados y cada uno captura genes por introgresión; es posible encontrar los ancestros de un cultivo, creciendo juntos, ya como especies silvestres o como maleza. Se puede citar como ejemplo el Teosinte (Zea mexicana), del que se supone contiene genes del maíz por efectos de introgresión, y produce híbridos parcialmente estériles.
Las malezas han jugado un papel muy importante en la evolución de las plantas cultivadas (Harlan, 1965, citado por Castillo, 1991). Han servido como reserva de genes, favoreciendo el incremento de la variación. Es posible que muchas de nuestras plantas cultivadas no habrían sobrevivido o no hubieran sido domesticadas sin el soporte genético de sus malezas cercanas.

EL ROL DE LA ACUMULACIÓN DE BASURA EN EL ORIGEN DE LOS CULTIVOS

Montón típico de basura orgánica
Esta hipótesis (Engelbrecht, 1916; Zeven, 1973 y Hawkes, 1969, 1983) considera que los primeros hombres recolectaban raíces y semillas, descartando algunas de ellas cerca de sus viviendas. Estas semillas crecían y las plantas colonizaban estas áreas ricas en desperdicios. Por tanto, la agricultura no fue planeada por el hombre, sino que emergió por sí sola como “un  inevitable desarrollo”.
Sauer (1952) y Anderson (1969) manifiestan que las malezas colonizaron estas “montañas de basura” y los alrededores de las cocinas, ya que se trataba de áreas abiertas, donde algunas plantas estaban preadaptadas. Entonces la gente comenzó a recolectar las semillas y raíces comestibles, para gradualmente domesticarlas y traerlas como cultivo. Fenómeno considerado como mágico, origen de creencias místicas como que las plantas son un regalo de los dioses: por su crecimiento rápido debido a la riqueza del suelo, en comparación con los hábitats naturales en suelos pobres.
Esta teoría deja la incógnita del por qué la agricultura comenzó solamente hace 10 mil años, una pequeñísima fracción de la existencia del hombre en este planeta y no desde mucho más antes.
 LUGARES Y ÉPOCAS
Los estudios arqueológicos han permitido sacar conclusiones sobre los principales lugares donde se asentaron los grupos humanos primitivos. Plantas fosilizadas encontradas en sitios semiáridos y áridos, tienen mucha apariencia con las que se cultivan en la actualidad. La mayoría de investigadores concuerdan sobre los lugares de origen de la agricultura o “cunas de la agricultura”, desde donde se dispersaron a otras partes del mundo.
Algunos autores sostienen que existió una incipiente agricultura hace: 13 mil años en Tailandia, 11 mil años en el Cercano Oriente y hace 8 mil años en México (Ford-Lloyd y Jackson, 1986). Parece que la agricultura tuvo un origen independiente en China, de donde se dispersó a Tailandia, Sur de Asia, Norte de África e incluso a Europa. En las costas de Perú se han hallado restos arqueológicos que datan de 7 a 8 mil años, con evidencias de agricultura basada en Cucurbita spp., Manihot esculenta e Ipomea batatas.
Semillas de Cucurbita sp.
Ha resultado más fácil determinar el origen de la agricultura por semillas, sobre todo en zonas secas, donde no hubo una descomposición rápida, mientras que determinar el origen de la agricultura por raíces y tubérculos ha sido más difícil, debido al proceso de descomposición acelerado que han sufrido; solo se ha podido encontrar evidencias en dibujos o demostraciones en figuras de vasijas o herramientas manuales.
 
ORIGEN DE LA AGRICULTURA TROPICAL
Invención de herramientas
La agricultura se desarrolló independientemente en el mundo tropical en tres áreas: 1. El sureste del Asia, 2. Africa Occidental-Oriental; 3. América Tropical. Incluyó en las tres áreas la domesticación de plantas y animales; invención de herramientas y de prácticas agrícolas como fertilización, conservación del suelo y riego, tecnologías primitivas en la preparación y conservación de alimentos. Paralelo a estos desarrollos, se descubrieron, también independientemente, las técnicas de metalurgia, cerámica y otras, relacionadas en cierta forma con el desarrollo agrícola.
 Esto no implica que en las tres regiones la invención y el desarrollo primitivo de la agricultura siguieran las mismas normas. En los tres casos, sin embargo, la domesticación abarcó una gama muy amplia y comparable: cereales, leguminosas, raíces, fibrosas, frutales, otros, lo que no justifica la hipótesis planteada a menudo de que la agricultura original de los trópicos se basó en cultivos de propagación vegetativa, en contraposición a la de las regiones templadas, que estaría basada en cultivos de semillas.

A.           Sureste de Asia

Esta región, como centro de diversidad de plantas cultivadas se forma de i) un área continental que está limitada al oeste por el gran desierto de India y se extiende por la base del Himalaya hasta el sur de China incluyendo las grandes penínsulas de Deccan (India), Vietnam y Malasia; ii) un área insular que abarca los archipiélagos de Sunda, Nueva Guinea, Filipinas y Oceanía.
Centros de origen
El foco de origen de la agricultura está localizado, según la evidencia actual, en el área continental entre Tailandia y el sur de China. La evidencia arqueológica o histórica sobre el origen de la agricultura en el Sureste de Asia es muy pobre y no permite tener una idea de los sitios originales de domesticación y de la expansión primitiva de la mayoría de los cultivos.
En Tailandia se ha encontrado restos de plantas, posiblemente recogidas del bosque, de 8000 a 7000 a.C., fecha que es anterior a cualquier desarrollo agrícola de India o China. En el área continental fueron domesticados cereales, arroz, adlay; leguminosas de grano; raíces y tubérculos: ñames, taro; caña de azúcar y un gran número de frutales: bananos, mangos y otros. Entre 1000 a.C., y el inicio de la era cristiana se supone que hubo del Sureste de Asia una primera expansión hacia el Este, por los protomalayos, y otra expansión posterior, alrededor de 500 d.C., de polinesios que alcanzaron hasta Hawai, Pascua y Nueva Zelandia. La diversidad genética en los cultivos, en especies y variedades, decrece de Oeste a Este, es decir de Asia Continental hacia la Polinesia. Hacia el Oeste, la expansión de la agricultura primitiva se vio detenida por el gran desierto de India, pero se expandió desde el foco original entre India y Malasia hacia el sureste de China.
La difusión de cultivos del Sureste de Asia hacia Africa es evidente, como lo prueban los nombres idénticos de varios de ellos en Madagascar e Indonesia.

B.           África Tropical

África tropical incluye: i) un área de alta humedad: Africa occidental o costa de Guinea, importante como centro de origen de palma de aceite, café robusta, arroz africano; ii) el área relativamente seca del centro y este del continente, con sabanas y bosques abiertos, de donde proceden el sorgo, caupí, Cajanus, Ricinus y la mayoría de los pastos (poaceas) más útiles en los trópicos, y iii) las tierras altas de Etiopía, donde se originó el café arábigo y algunos otros cultivos de importancia local.
Evidencia de la agricultura en África
En África no pueden señalarse centros de agricultura, porque la evidencia arqueológica e histórica es muy pobre. Tampoco hubo una selección cultural intensa, debido al carácter trashumante de la agricultura, preponderancia a la ganadería y abundancia de recursos de caza y pesca. La concentración de la población humana no llegó a densidades altas ni al establecimiento de grandes centros urbanos, como sucedió en India, México o Perú. También contribuyó al aislamiento del Mediterráneo por el desierto del Sahara, y del Sureste de Asia en gran parte de la prehistoria, por la carencia de comunicaciones marítimas. En épocas relativamente recientes algunos cultivos de Indonesia, como los bananos, fueron introducidos a Madagascar y la costa de Africa, de donde se extendieron al centro del continente. La comunicación con las áreas de clima templado del Cercano Oriente por Egipto y Nubia tampoco contribuyó mucho al enriquecimiento de germoplasma en Africa, excepto en las tierras altas de Etiopía, particularmente en trigo y cebada.

C.           América tropical

El Neotrópico: selvas del Darien
En los trópicos del Nuevo Mundo puede distinguirse dos centros en el sentido vaviloviano: i) Mesoamérica, limitada al norte por las áreas semidesérticas del norte de México y al sur por las selvas del Darién en el istmo de Panamá, y ii) las tierras altas de los Andes, desde Venezuela al norte de Chile y noreste de Argentina. En ambas regiones diversas series de culturas, mucho mejor documentadas que las de Africa o del sureste de Asia, se han sucedido dentro de la misma área geográfica.
Por el contrario en el centro y norte de la América del Sur, especialmente en la cuenca Amazonas-Orinoco, se desarrolló un área de domesticación de límites imprecisos. En ella fueron domesticados muchos cultivos, la mayoría aun en estado incipiente: yuca o mandioca, piña, aroides, ñames, algodón.
Unos pocos géneros: Capsicum, Pachyrhizus, Amaranthus, Physalis, tienen especies domesticadas independientemente en las tres o en dos de las áreas de diversidad genética de los trópicos americanos. Así, C. annum se asume que fue domesticado en Mesoamérica, C. chinense  en el Amazonas, C. pubescens en los Andes de Bolivia.
Orígenes de la Agricultura en el Paleo y Neotrópico
Se ha determinado series arqueológicas en México y Perú que muestran las etapas de recolección a domesticación-cultivo y aun abandono de especies que formaban los sistemas agrícolas primitivos. Estas series, aunque restringidas a sitios secos y altos, indican que la agricultura se inició en el centro de México y en los Andes de Perú entre 7 000 y 6 000 a.C.; el desarrollo parece haber sido más o menos simultáneo en ambos lugares. Los restos más antiguos, entre 5 000 a 7 000 a.C., incluyen: Capsicum, Amaranthus, Cucurbita, frijoles, maíz, aguacate. El maíz se cultivaba en México alrededor de 5 000 a.C., y poco antes de 4 000 a.C., en Perú; los frijoles comunes en Perú hacia 6 000 a.C., en México hacia 5 000 a.C. Estas fechas establecidas sobre unas pocas localidades no pueden ser tomadas como definitivas, ni implican que esas áreas sean las únicas o más antiguas en la domesticación de esos cultivos.

Relaciones entre los tres centros tropicales

África – Asia
Sorghum graniferum
 Las relaciones entre África y el Sureste de Asia, incluyendo la India, son muy antiguas y complejas. Sorgos y millos de África central aparecen en India hacia 1 550 a.C., y el ajonjolí cerca de 1 800 a.C. pudieron ser llevados a través del “corredor sabeo”, una línea de comunicación marítimo – terrestre entre India y África Oriental, a través del Sur de Arabia. Por esa misma ruta, pero en dirección opuesta, pudo llegar a Egipto el taro, hacia el comienzo de la era cristiana.
Una ruta de especial importancia, pero mucho más reciente, quizás alrededor de 500 d.C., fue la comunicación entre Indonesia, Madagascar y el resto de África. Por ella vinieron los bananos, caña de azúcar, ñames, que se extendieron lentamente por el centro de África y ya algunos se cultivaban en el litoral Atlántico cuando llegaron los europeos a fines del siglo XV.

Relaciones entre el Viejo y el Nuevo Mundo

Gossypium arboreum
 Varios casos atestiguan que algunas especies del mismo género se domesticaron independientemente en el Viejo y en el Nuevo Mundo: a) algodones en Asia y África; Gossipium arboreum y G. herbaceum; en el Nuevo Mundo: G. barbadense y G. hirsutum; b) ñames en el sureste de Asia: Dioscorea alata; en África occidental: D. rotundata y en América del Sur: D. trifida. Tampoco es de extrañar que se domesticaran grupos de especies en géneros afines, como Phaseolus en América y Vigna en Asia. Pero las relaciones entre los dos continentes, por lo menos en lo que se refiere a plantas cultivadas, no se establecieron sino hasta la época de los descubrimientos en el siglo XV.
Sin embargo, hay tres excepciones: cocotero, calabaza y camote, que tienen evidencia de su presencia en la agricultura del Viejo y del Nuevo Mundo antes de los descubrimientos.
El coco, Cocus nucifera, es de cultivo muy antiguo en Oceanía y el Sureste de Asia, y fue hallado por los españoles en 1520, únicamente en el litoral pacífico entre Panamá y México; su dispersión intercontinental puede atribuirse a corrientes marítimas.
La calabaza, Lagenaria siceriana, existía en Europa y Asia antes de la era cristiana; en América se conoció en México 7 000 a.C., y en Perú cerca de 3 000 a.C. Como sus congéneres solo se encuentran en África, y como flota y resiste el agua de mar, su dispersión a las costas de América del Sur por corrientes marítimas desde África es una explicación aceptable.
Ipomea batatas
A la llegada de los españoles se conocía el cultivo del camote desde México hasta Perú; restos arqueológicos de este último país datan de 2 000 a.C., y aun antes. A la llegada de Magallanes a Oceanía, en 1521, el camote era cultivado en casi todas las islas. Como el término para designarlo en Oceanía tiene afinidad con el nombre “kumara” que se usa en Perú, y como la expansión polinésica es mucho más reciente que las culturas americanas en que se conocía el cultivo, es de asumir que el camote fuera llevado de América hacia Oceanía. Sobre la forma en la que pudo ocurrir esta dispersión hay varia hipótesis, pero ninguna de ellas es aceptada completamente.

LA ÉPOCA DE LOS DESCUBRIMIENTOS Y EL DESARROLLO DE LOS CULTIVOS TROPICALES

Introducción

Uno de los factores que promovieron las exploraciones de los siglos XV y XVI fue la búsqueda de especias, las que tenían gran consumo en Europa para dar sabor a los alimentos poco apetitosos y ayudar a conservarlos. Su comercio, en gran parte controlado por Venecia, se hacía por la ruta de las caravanas o por mar desde las islas de las especias en Malasia. La necesidad de abrir rutas nuevas a India movió las expediciones portuguesas a África, y españolas a América. A continuación de las grandes exploraciones de Colón, 1492, Bartolomé Díaz, 1488, Vasco de Gama, 1496, vino el establecimiento del imperio español en América y el portugués en Asia. El primero abarcó desde el centro de los Estados Unidos hasta Argentina y se prolongó hacia Filipinas y Oceanía. Los portugueses ocuparon Brasil; en Asia llegaron hasta Formosa y China del Norte, y más allá hasta las Molucas al Oeste.
El desarrollo de estos imperios trajo como consecuencia un cambio radical en los hábitos alimenticios de la humanidad; introdujo nuevos materiales textiles, colorantes y medicinales; diseminó el uso del tabaco y de cultivos industriales (caña de azucar); en algunos aspectos la agricultura americana era superior a la europea, como en irrigación y conservación de suelos.
La introducción de cultivos euroasiáticos y de los animales domésticos de Europa provocaron por otra parte, una transformación fundamental en la agricultura de América. Ya en su segundo viaje Colón trajo semillas de trigo y algunos animales domésticos, y se dice que al detenerse en las Canarias recogió caña de azúcar y la llevó a las Antillas. La islas Canarias ocuparon en la migración de plantas hacia América un lugar particular. De ellas se trajo el banano a Santo Domingo en 1516, y más tarde dos especies tropicales, la caña fístola y el tamarindo, que fueron introducidas a las Canarias desde Africa. Los españoles tuvieron éxito variado con las introducciones. El trigo, por ejemplo, fracasó en Santo Domingo, pero dio muy buenas cosechas en México y los Andes. Se trajo leguminosas de grano (habas, arvejas), alfalfa, lino, algodón, plantas medicinales y ornamentales.
Poco después del descubrimiento (1942) las primeras plantas americanas crecían en España: maíz (1498-1530), camote (1500), frijoles, cucurbitas, maní y otros. Las papas, tomates y tabaco parecen haber sido introducidas en la segunda mitad del siglo XVI.

Intercambio de especies cultivadas entre América y África

La proximidad geográfica entre Brasil y África, y el establecimiento en ambos del dominio portugués, fueron factores decisivos en el intercambio de plantas. Se ha sugerido, sin pruebas satisfactorias, que el maíz fue introducido en África antes de Colón; lo más probable es que fuera llevado varias veces desde el Brasil después del descubrimiento. La yuca fue también una introducción temprana; se extendió hasta el centro del África, donde llegó a ser un elemento esencial para la alimentación, y se desarrolló un uso tan variado y complejo que se ha creído que esta especie es originaria de África y fue llevada luego a Brasil. Esta teoría ha sido totalmente descartada. Un caso semejante ocurre con el tabaco y los  camotes y también se introdujeron en África, piñas, cucúrbitas, maní y numerosos frutales.
El aporte de África a América ha sido menor. Los ñames, Dioscorea, constituyeron una introducción apreciable y fueron propagados por los negros, que siempre participaban en las expediciones españolas, y por los esclavos de las plantaciones de caña de azúcar en las Antillas. También se introdujo en forma similar la bambarra, Voandzeia subterranea, planta parecida al maní. No se conoce con exactitud la época de introducción de frutales africanos a América, como el aki, Blighia sapida. De gran importancia fue la introducción involuntaria de pastos africanos al Brasil. Con pastos se hacían las camas en los barcos que traían los esclavos, y una vez llegados a América los tallos eran arrojados a las playas. Así se introdujeron el pasto guinea, Panicum maximun, y otras especies que han desempeñado un gran papel en el desarrollo de la ganadería en los trópicos americanos.

Ruta Brasil – India

Desde que Cabral descubrió Brasil en 1500, los portugueses en sus viajes a India se detenían en Suramérica para reaprovisionarse. Iniciaron así una migración de plantas brasileñas hacia los trópicos asiáticos. Como los portugueses dominaron hasta la costa de China y Molucas, estas introducciones tuvieron una expansión amplia y rápida. Por esa ruta se cree que llegó el maíz a China a comienzos del siglo XVI, entre 1520 y 1530. La piña fue llevada de Brasil a Goa en 1550; es posible que por esa ruta llegaran también el maní, frijoles y otras.
De India se trajo a América, primero posiblemente a Brasil, el mango, que ya en el siglo XVI era abundante en ese país.

Rutas del Pacífico
 
Las expediciones españolas que colonizaron Filipinas, Guam y otras islas, establecieron una ruta a México. Una vez al año partía el galeón de Acapulco partía de ese puerto a Filipinas y en casi todos sus viajes trasladaba plantas vivas o semillas. Un arbolito de cacao fue llevado a Filipinas en 1560, y con él se estableció allí ese cultivo. El maíz, también de introducción temprana, no alcanzó en estas islas mayor importancia, posiblemente por la abundancia de arroz. El camote, en cambio, fue muy bien acogido en China. Se introdujeron además jícama, Pachyrhizus; chiles, Capsicum; tomates, frijoles, que por su rendimiento y calidad eran muy superiores a los asiáticos; Bixa, guayabas y otras frutas.
Es interesante observar que los españoles no introdujeron plantas de importancia en sus dominios de Asia a México. Los filipinos que residieron en la costa occidental de este país enseñaron a los mexicanos algunos usos nuevos del coco, pero quizás por la gran riqueza de plantas de México y porque los cultivos asiáticos les eran desconocidos, los españoles no introdujeron ningún cultivo importante. El mango y el tamarindo fueron llevados de las Antillas a México antes de que se estableciera la ruta del galeón de Acapulco.
En el Pacífico sur los españoles abrieron una ruta de mucho menor interés, entre Perú y los archipiélagos de Santa Cruz y Salomón. Llevaron plantas peruanas: maíz, frijoles, cucúrbitas, que parece no tuvieron buen éxito en esas islas.

EXPANSIÓN DE LOS CULTIVOS INDUSTRIALES


En los últimos siglos se expandieron los cultivos más importantes de los trópicos: café, cacao, banano, caña de azúcar, caucho, palma de aceite y otros. Su historia está bien documentada. Entre las características comunes se señalan las siguientes:
En primer lugar, esos cultivos fueron introducidos en los siglos XVIII y XIX a áreas nuevas, lo que implica que debido a las dificultades para obtener y transportar material de siembra, las introducciones eran de base genética muy reducida: posiblemente una sola planta de café arábigo suplió el material d siembra para América tropical, cuatro plantas para el cultivo de la palma de aceite en Indonesia, y así en los otros casos. A menudo los jardines botánicos de Europa: Amsterdam, Kiew, París o de Asia: Bogor, actuaron como intermediarios. Las introducciones posteriores de café de África a América, de caucho al sureste de Asia, cacao a África, son más recientes.
En segundo término, los cultivos introducidos alcanzaron rápidamente una expansión comercial, debido en la mayoría de los casos a que esta operación era parte de la política colonialista de Gran Bretaña, Francia y Holanda y al desarrollo industrial en Europa y América del Norte. Se logró un incremento notable de los rendimientos, a pesar de la base genética tan estrecha con que se trabajaba, por la aplicación de métodos avanzados de selección y mejoramiento y por los sistemas más eficientes de producción y beneficio. Como resultado de la aplicación de tecnología, los rendimientos fueron mucho más amplios en las áreas nuevas que en las de origen, como ocurrió con el café arábigo en América tropical y el caucho de Brasil en Malasia. Factores biológicos importantes contribuyeron también a elevar los rendimientos, particularmente la ausencia de enfermedades y plagas que afectan los cultivos en sus áreas de origen.
Aunque los cultivos estén más avanzados en regiones distintas a sus áreas de dispersión natural, de éstas se depende para obtener el germoplasma que se necesita en el mejoramiento genético o la selección de nuevos cultivares. El intercambio de germoplasma no puede ser, sin embargo, una operación directa, ya que requiere pasar por sistemas de cuarentena o inspección. De todas maneras, en el desarrollo actual de la agricultura de los trópicos hay una interdependencia entre las tres regiones: Sureste de Asia, África y América tropical, no solo para el intercambio de germoplasma sino también de información y desarrollo tecnológicos.

REFERENCIAS

BRÜCHER, H. (sf) The Migration and Dispersal of Useful American Plants over the Isthmus of Panama. 30(47-61) Institute for Scientific Co-operation, Tübingen. Hamburgo.

CASTILLO T, R. (1991)  Generalidades sobre el Origen de la Agricultura y Evolución de las Plantas. In ECUADOR (1991) Técnicas para el Manejo y Uso de los Recursos Fitogenéticos.  INIAP, Quito.

FITZPATYRICK, F L. (1964) Our Plant Resources. Plants and Their Economic Importance. Holt, Rinehart and Winston, Inc., New York.

LEON, J. (1987) Botánica de los Cultivos Tropicales. Segunda Edición. IICA, San José.